Tan sólo con caminar dos kilómetros encontraréis un paraíso donde las cabras son las reinas del lugar, y no lo decimos de forma metafórica, lo decimos por que realmente es así, como te gires y te distraigas te has quedado sin bocadillo.
Las cabras están muy acostumbradas a la presencia humana, de modo que es habitual tenerlas cerca, más aún si hay comida por en medio. Contar con la compañía de estos animales nos demuestra que estamos en un paraje totalmente salvaje y único.